Mi historia
Mi viaje comenzó en 2016 en Vietnam, cuando dejé Portugal y un trabajo de 9 a 5 que no me hacía feliz, y un día pensé que todos merecemos ser felices.
Llegué a Vietnam ya con un contrato para trabajar en escuelas públicas, y fue allí donde aprendí lo que significa ser profesora junto a docentes espectaculares que me guiaron durante toda esta aventura. Sin embargo, después de algunos años trabajando codo a codo, sentí que mi “método propio” empezaba a nacer.
Especialmente en 2020, después del Covid, se hizo evidente de la noche a la mañana que la interacción humana había cambiado drásticamente. Valores como la empatía, la comprensión, la colaboración y el respeto —valores que hasta entonces se habían compartido y transmitido de generación en generación— estaban desapareciendo.
Los profesores se mantenían actualizados, pero el sistema educativo no, y las consecuencias eran cada vez más nefastas. Vi a mis alumnos pasar de ser niños sonrientes a niños estresados, angustiados con clases extra para todo y perdiendo su “brillo”.
Fue entonces cuando decidí profundizar en las áreas de psicología y desarrollo emocional para entender cómo podríamos reconectar y motivar a las nuevas generaciones. Y fue así como descubrí el papel crucial de la amígdala, el centro de la memoria emocional de nuestro cerebro.
Hoy (2025) estoy muy orgullosa de lo que hemos logrado con este proyecto, porque no solo estamos recuperando sonrisas y alegría, sino que también estamos ofreciendo nuevas oportunidades a muchas personas que de otra manera no las tendrían.
Ayudamos a las personas a ser más felices y seguras de sí mismas, lo que más tarde se traduce en ser mejores oyentes y mejores profesionales.